06 de abril de 2020
La crisis global provocada por el COVID-19 está provocando que el proceso de transformación digital de las sociedades experimente un nuevo impulso ¿Inesperado? en parte sí porque a la mayoría de los gobiernos y sociedades civiles les ha pillado desprevenidos. Pero en parte no, porque la comunidad científica e instituciones internacionales ya venían advirtiendo desde hace tiempo que esto podía suceder.
Gobiernos y comunidad científica están aplicado estrategias de Big Data e Inteligencia Artificial para frenar la pandemia. Organizaciones de todo tipo (administraciones públicas, empresas, universidades y centros educativos, ONG...) y la población en general estamos haciendo un uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para teletrabajar, comunicarnos con otras personas y proveernos de información debido a las medidas de distanciamiento social.
Son muchas las conclusiones y aprendizajes que pueden extraerse de esta crisis. Señalo aquí tres bastante obvias:
1) ninguna sociedad está totalmente libre de epidemias catastróficas;
2) para afrontar riesgos presentes y futuros la sociedad debe avanzar rápidamente en su modernización tecno-científica aplicada a todo tipo de organizaciones y actividades; y
3) los objetivos fundamentales a resolver en circunstancias de este tipo son: a) salvar vidas humanas y proteger a la población, tanto a nivel sanitario como social, b) garantizar la gobernanza y el funcionamiento eficaz de las instituciones del Estado, c) fortalecer el espíritu de resistencia, la disciplina y la colaboración de la ciudadanía y d) mantener la actividad económica.
2020 quedará registrado en los libros de historia como el año que marcó un cambio de época en muchos aspectos, ocupando el factor tecnológico un lugar central en la reorganización completa de países y sociedades en el marco de la Cuarta Revolución Industrial.
Muchas cosas van a cambiar. Algunas, muy importantes, es posible que a mejor, si se implementan políticas de rescate y protección social de amplio alcance, se fortalecen los servicios públicos, se impulsan respuestas al cambio climático y se dinamizan y diversifican las economías nacionales.
Pero habrá otras que pueden continuar empeorando, incluso con mayor rapidez, sobre todo si la polarización política no se corrige, las desigualdades sociales siguen creciendo, la movilidad social y geográfica se restringe y, en aras de la seguridad, se erosionan los derechos y las libertades democráticas.
Más que nunca en los últimos cuarenta años, es fundamental que entre todos decidamos qué tipo de sociedad queremos ser, no en un horizonte utópico o de largo plazo, sino mañana, porque el mañana ya es hoy.
Esta entrada también se puede leer en El blog de F. Javier Malagón
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